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Una de las más apremiantes tareas ciudadanas es la de exigir se haga justicia. Desde los crimenes de la dictadura, recopilados en carne propia de nuestros ciudadanos y narrados en el documento de la Comisión de la Verdad hasta la más dramatica y emblematica corrupción de funcionarios públicos y Odebretch (más otros de nombres menos conocidos de empresarios), seguimos hambrientos de justicia. Las calles son nuestro últio recurso.Los legisladores, llamados a exigir y demandar en nuestro nombre un comportamiento ejemplar del judicial, han firmado un paco mafioso, de no agresión con ellos, así la Corte Suprema de Justicia no se mete con los legisladores y estos no se meten con ellos. Peligrosa disyuntiva les dejan a los ciudadanos.