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Valentina Bone murió a los 87 años, pero su legado quedó bordado en las miles de arpilleras que se hicieron en Chile durante la dictadura y en las cientos de artesanas que estuvieron detrás de ellas. Llegó a estar a cargo de más de 600 mujeres en Santiago, a las que transformó en artistas y con la venta de sus artesanías lograron combatir la pobreza y sostener sus casas.