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Desde finales de enero se estaba corriendo el rumor de que se iban a aumentar de forma notable varios impuestos existentes para tapar el déficit fiscal que iba a dejar el nuevo programa social pactado en el Programa de Gobierno entre Unidas Podemos y el PSOE. Lo que nadie se esperaba es que se fueran a tener que tocar tanto el IRPF como el IVA, pues este último impuesto indirecto tiene la cualidad de gravar todo el consumo y su subida no puede ser justificada como una forma de aplicar justicia distributiva, cosa que sí sucede con la subida del IRPF que, aunque trataron de ocultar, está sobre la mesa desde octubre. El temor de esta subida y cuál puede llegar a ser su alcance -al menos debe subir al 23% según ciertas fuentes- ha puesto los pelos aún más de punta a unos contribuyentes más que esquilmados por una presión fiscal que amenaza ser asfixiante.