La purificación del templo

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Religion & Spirituality


La realidad de nuestros días es que mientras tenemos un constante sacrificio de alabanzas, cada vez el pueblo está menos presente en la preparación y presentación de las mismas: se ha profesionalizado la adoración, se adora —en cantidad— mucho más que antes, por mucho más medios, con muchos más utensilios y mucho mejor dispuestos, pero se delega más y más la responsabilidad en adoradores profesionales que se aseguran de que técnicamente todo esté donde debería de estar. La experiencia recuerda peligrosamente el estado de los sacrificios cuando entró Cristo a purificar el templo: eran constantes y muy abundantes, administrados por sacerdotes profesionales y facilitados por mercaderes que proveían al pueblo de todo lo necesario para los «correctos sacrificios», pero el conjunto, en vez de satisfacer al Señor le desagradaba profundamente, por lo que una de las cosas que hizo en su última visita a Jerusalén fue purificar el templo. Hoy veremos la paciencia del Señor, que aún sintiendo desagrado puede soportar por años aquello que le ofende, la manera en que el templo fue purificado y la reacción que tuvo el pueblo al respecto.