Para saber lo que ya presentía, me incliné sobre el agua y alcé el farol, y desde la negra superficie me miró un rostro penetrante y serio con ojos grises, un rostro viejo y sabio. Era el mío.
Relatos cortos para mentes largas.
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Para saber lo que ya presentía, me incliné sobre el agua y alcé el farol, y desde la negra superficie me miró un rostro penetrante y serio con ojos grises, un rostro viejo y sabio. Era el mío.