El sesgo de confirmación

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Parentepsis desarrollo

Science


La aparición de las primeras computadoras digitales durante los años 50 del siglo pasado revolucionó el estudio del razonamiento humano. La clave de esta revolución radica en el símil que se estableció entre los procesos que usaban los ordenadores y los procesos implicados en el razonamiento humano. Se pensó que, si los ordenadores podrían realizar operaciones complejas, resolver problemas lógicos, aprender información nueva y adaptar sus estrategias, incluso ganar partidas de ajedrez contra expertos jugadores humanos, quizás la mente humana funcionaba de manera similar a como lo hacía un ordenador. Esta posibilidad caló hondo, tanto que hoy en día seguimos tratando a la mente humana como un tipo de ordenador, la concebimos como un sistema complejo de procesamiento de información, con una memoria a corto plazo, una memoria a largo plazo, etc. Tan prometedora fue esa posibilidad que pasaron tres décadas antes de que se cuestionara seriamente el paralelismo entre los ordenadores y la mente humana. Se había pasado por alto que todo lo que hace que la mente humana sea tan apasionante es justamente aquello que nos distingue de los ordenadores, por lo menos de aquellos que se conocen hoy en día. A diferencia de los ordenadores, las personas tienen intereses, motivaciones, deseos, se apasionan, se ilusionan, se enamoran, echan de menos, luchan por conseguir aquello que realmente desean, desisten, se alegran, pierden el aliento. Incluso en el terreno del razonamiento lógico, el ser humano no funciona como un ordenador.